28 noviembre 2010

Su primo El Nano II

Retomo la sección que inauguré hace un tiempo, bajo el nombre de “su primo El Nano”, donde os iré comentando canciones de Joan Manuel Serrat. Al igual que con Sabina, siempre resulta complicado escoger algún tema de su prolífica discografía. En esta ocasión he optado por un tema que rezuma sinceridad, algo que cada vez brilla más por su ausencia en nuestra sociedad. Se trata de “Sinceramente tuyo”.
“No escojas solo una parte
tómame como me doy
entero y tal como soy
No vayas a equivocarte”
Desde el principio ya tenemos toda una declaración de intenciones, una puesta de cartas encima de la mesa sin pudor. Demasiadas veces intentamos reinventarnos a nosotros mismos para conseguir impresionar a alguien, aunque seamos conscientes de que esa treta nos durará poco tiempo. En un mundo gobernado por la imagen, parece casi imposible resistirse a la tentación de mostrar nuestro mejor perfil, aunque sea escandalosamente artificial.
“Soy sinceramente tuyo
pero no quiero mi amor
ir por tu vida de visita
vestido para la ocasión
Preferiría con el tiempo
reconocerme sin rubor”
Muchas veces nos empeñamos en intentar corregir todo lo que no nos gusta de alguien, pensando que todo eso son defectos que debemos erradicarle. Haciendo esto corremos el riesgo de convertirnos en lo que quieren que seamos, no en lo que verdaderamente somos. Demasiadas veces vemos como alguien cambia drásticamente, hasta el punto de terminar haciendo cosas que no hace tanto tiempo detestaba. Como dice Serrat, es preferible poder reconocerse a uno mismo, a ser un simple maniquí al que poder vestir y desvestir al gusto del consumidor.
“Y no es prudente ir camuflado
eternamente por ahí
ni por estar junto a ti
ni para ir a ningún lado”
Resultan irritantes esas personas que, al igual que los fondos de escritorio, tienen una imagen personalizada para cada usuario. Esta camaleónica cualidad, deriva en no saber cómo son realmente, cuál es su verdadera opinión sobre las cosas o cuando te dicen lo que piensan o lo que tú quieres oír. Estos yernos ideales que van siempre camuflados, lo hacen precisamente porque esconden algo, quizá su miedo a ser juzgados por alguien que espera de ellos tal o cual comportamiento. Lo malo que tiene eso, es que hay que ser un perfecto actor las 24 horas del día, porque si no, tarde o temprano te quedas con el culo al aire. Esos que pretenden ser súper amigos de todo el mundo, acaban por no tener un verdadero amigo; básicamente porque nadie sabe realmente como son.
“No me pidas que no piense
en voz alta por mi bien
Ni que me suba a un taburete
si quieres probaré a crecer”
Vivimos en un mundo en el que cuando alguien siempre piensa en voz alta, y dice exactamente lo que le dicta la cabeza y el corazón; acaba siendo criticado por la multitud. Desafortunadamente, la sinceridad, además de escasa, está mal vista; y lo que es peor, se confunde con arrogancia y mala educación. Se pretende que nuestro mundo sea tan perfecto y tan feliz, que no se tienen reparos algunos en maquillar todas las miserias, o en tapar los agujeros con una bonita fachada. La metáfora del taburete es simplemente magistral. Cuando se pretende ser lo que no se es, se tiene la opción de optar por el engaño, o por reconocer la realidad e intentar poner otros medios para mejorarla. El primer camino es bastante sencillo, y durante un tiempo te puede llegar a funcionar. El segundo, es bastante más tortuoso y no te asegura el éxito final.
“Cuéntale a tu corazón
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto
Del derecho y del revés
uno es siempre lo que es
y anda siempre con lo puesto
Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio”
El cierre de la canción es tan magistral como su autor, los dos últimos versos engloban a la perfección el objetivo de este tema. No debemos obcecarnos en ver los defectos del otro, es una práctica mucho más útil el intentar buscarle sentido a sus acciones (aunque a veces sea harto complicado). Por otra parte, tampoco es fácil decir “este soy yo, soy consciente de mis defectos y no los oculto”. La simplicidad muchas veces ha servido para lograr grandes éxitos, pero a menudo nos resulta tan poco atractiva, que optamos por caminos más enrevesados sin saber muy bien lo que buscamos. No hay que empeñarse en intentar cambiar la verdad, como dice Serrat, no tiene remedio.

21 noviembre 2010

Sabina en Isi Disi

Joaquín Sabina ha dejado su sello en el Séptimo Arte en más de una ocasión. Hace tiempo ya que en este blog os hablé de la película Sinatra, donde Joaquín aparecía caracterizado como Marx y cantaba dos canciones en un teatrillo de variedades. En esta ocasión, no se mete en la piel de ningún personaje, sino que hace de sí mismo, en la película de Santiago Segura y Flo "Isi Disi". 

Su colaboración en esta película, nos dejó a los Sabineros una joyita titulada "Rubia de la Cuarta Fila", que cayó como agua de mayo entre todos sus seguidores porque tuvo lugar en mitad de esa nube negra, que lo tuvo sumido en una depresión un par de años. Pero no sólamente se quedó ahí su aportación en la película, si no que también hizo su propia versión del éxito por antonomasia de los AC DC "Highway to hell". 

Hace escasos días que culminó su exitosa gira Vinagre y Rosas. Esperemos que al igual que ocurre con los ACDC, haga bandera del "los viejos rockeros nunca mueren" y no se baje nunca de esos escenarios que concierto tras concierto reúnen a la familia sabinera. Todos esos bombines no pueden quedarse colgados en el perchero, tienen que seguir saltando con los acordes de "Princesa", deben quitarse cuando se le cante a la Magdalena y sólamente se deben usar para decir un "hasta luego" nunca un "adiós".

13 noviembre 2010

Sabina y CIA X

La grandeza de Internet es difícilmente calculable y sus límites más todavía, es por eso que nunca dejas de sorprenderte de todo lo que allí encuentras; y, lo que es mejor, no sabes lo que te puedes encontrar mañana. Concretamente, en el tema que hoy nos concierne, hace un par de días vi un enlace a través del Facebook de Ciudad Sabina (una web muy recomendable sobre el flaco). Al principio no sabía si se trataba de un tema nuevo, o por el contrario, se trataba de algo sacado de ese cajón; donde se van guardando muchas cosas, y con el paso de los años se te olvida que estaban ahí, provocándote una gran alegría en el momento que las "redescubres".

Lo bueno que tiene Sabina es que en el momento que escuchas una de sus canciones, sabes exactamente la época en la que ésta fue grabada. Basta con medir el grado de rotura de su voz, para poder situarlo en el tiempo. La canción en cuestión se trata de una colaboración con "La Guardia" y se titula "Buena suerte, señorita". Para más detalles, se grabó en el año 1995. 

Aquí os dejo con el vídeo que subió Guido (de Ciudad Sabina), y desde aquí le doy las gracias por haber compartido con la comunidad sabinera un nuevo registro musical de Joaquín.

05 noviembre 2010

Canción de cuna de la noche y los tejados

Melancolía es un término que siempre estará íntimamente ligado a Sabina, y no sólo porque fijase su domicilio espiritual en la calle homónima; sino porque es una característica común a muchas de sus canciones. Este eterno derrotado nos ha ido relatando durante mucho tiempo todos sus desengaños.  Títulos como “Nacidos para perder”, “La canción de las noches perdidas”, “Nube negra”, bien pueden dar fe de ello. Cada una de ellas tiene su particularidad, su micromundo en el que se desarrollan. Además de todas ellas, hay una que podríamos considerar como el resumen de todas las anteriores, algo así como el manual del fracasado. Estoy hablando de “Canción de cuna de la noche y los tejados”.
“Esta es la canción
de los zapatos rotos, de la gente del montón,
la foto de carné
de cualquier hombre, de cualquier mujer.
La carambola
que casi salió,
la procesión
del Cristo del furgón
de cola.”
Desde el principio ya se hace un llamamiento público a los posibles destinatarios de estos versos. Es una canción para cualquiera que se pasea de brazos cruzados por su calle melancolía particular. No tiene nombre ni apellidos, porque si no dejaría de ser un cualquiera, y más aún, dejaría de ser un desafortunado. Esta canción es para aquellos que se abonaron al “casi”, el que los separa de la gloria, y siempre los deja del otro lado del escaparate, pegando sus narices en el cristal contemplando lo que querían tener y no pudieron conseguir.
“Ley de los sin ley,
rueda de peones para darle jaque al rey.
El bar
de la estación
es un hogar
para mi corazón.
Y las mujeres
miran y no ven
al forastero que no tiene quien
lo espere.”
Esta canción es para todos esos peones, que valientemente intentan darle jaque al rey, aún a sabiendas de sus limitaciones. Esos que intentan hacer un remake de la historia de David contra Goliath, y siempre se les estropea el final del cuento. También tienen cabida en esta canción, todos esos caminantes que no van a ningún sitio, pero no soportan la idea de estar quietos; y mucho menos solos. Encuentran su refugio en esos lugares tan llenos de gente pero tan vacíos de personas, como son los bares de las estaciones. Y, sobre todo, esta canción es para esos que por alguna extraña razón siempre son forasteros para las mujeres. Forasteros que siempre están esperando que se cruce ante sus ojos la mujer de su vida, y no se molestan en deshojar la margarita porque saben de antemano que les va a decir que no. Esos que nunca han marcado un gol, porque o bien no les pasaban nunca la pelota o siempre se metían en fuera de juego.
“Carne de cañón,
Sancho y Don Quijote, Mortadelo y Filemón,
tienda todo a cien,
pagas dos besos…y te llevas tres.
Cuatro caminos tiene el porvenir,
si me equivoco, se equivoca mi
destino.”
El destino siempre puede ser el aliado perfecto para justificar casi cualquier cosa, pero en esta canción no. Aquí se asume la fatalidad como propia, y no se mira al cielo para clamar contra alguien o algo; se mira al suelo, y con un poco de suerte te encuentras un charco para ver reflejado a ese culpable.
“Y el cielo es una plancha
de hormigón,
un animal con gafas
solo ante el televisor,
un docudrama
que termina mal,
un ángel que delira
en una cama
de hospital,
cantándole a la luna
la canción de cuna
de la noche y los tejados.”
Ese cielo al que antes hacía referencia, se nos muestra como una plancha de hormigón, una losa que pesa sobre nosotros y nos obliga a andar encogidos de hombros. El final de la canción no podía desmerecer a este gremio de perdedores, y nos coloca una escena final para representar gráficamente lo que no conseguiríamos hacer con mil palabras. Un animal con gafas sólo ante el televisor, es reducir a la mínima expresión el valor de alguien. Un docudrama que no solamente termina mal, sino que se alarga de mala manera. Un ángel delirando en una cama de hospital, es como tirotear cualquier tipo de esperanza. Si las canciones se pudieran llorar, esta sería una de ellas, y el protagonista sería un “hombre del traje gris…oscuro”.