18 agosto 2010

Sabina Versionado XII

¿Qué tienen en común María Jiménez y Estopa? Pues así, a bote pronto, aparentemente nada, a excepción de que comparten oficio. Sin embargo, si que tienen un enlace común, llamado Joaquín Sabina. Este ejemplo es un fiel reflejo de lo que ocurre con los seguidores del flaco. Hay un abanico tan amplio de estilos, generaciones e ideologías que resulta asombroso ver como pueden coincidir en algo personas, a priori, tan distintas.

La relación de los Estopa con Sabina siempre ha sido de profunda admiración por parte de los catalanes hacia el ubetense, de hecho siempre se refieren a él como "El maestro". Por su parte, María parece mantener un relación más de compadreo, de colegas de toda la vida que nunca pierden la oportunidad de hacerse favores mutuamente. Hace unos años la Jiménez sacó un disco en el que cantaba varias de las canciones de Joaquín; y, como no podía ser de otra forma, participó en el disco homenaje que varias voces femeninas le hicieron a Sabina.

La canción que ha conseguido unir a los hermanos Muñoz con la artista andaluza, es uno de los clásicos de Sabina "Eclipse de mar". También es uno de los temas preferidos por varios de sus artistas/amigos para versionar, de hecho hace un tiempo ya os traje una versión que encontré de Juan Carlos Baglietto. En esta ocasión le dan mucho más ritmo, algo que era de esperar si juntamos el toque rumbero de los Estopa con el flamenco de María. No sólo versionaron la canción, si no que también la rebautizaron como "El diario no hablaba de tí". 

11 agosto 2010

Pacto entre caballeros

La fama de vividor que ha tenido Sabina siempre no es gratuita, ha estado más que refrendada con hechos y más que confirmada por él mismo. Tanto en entrevistas como en varias de sus canciones siempre ha hecho referencia a que su hábitat natural era la barra de un bar y su momento del día preferido, la noche. Todos hemos vivido, unos más que otros, lo que todo eso conlleva. Las amistades y anécdotas que suceden cuando las agujas del reloj, y el nivel de alcohol en sangre, avanzan conjuntamente a un ritmo vertiginoso. Si hay una canción que resume perfectamente estas juergas nocturnas de Sabina, esa es Pacto entre caballeros. 

Como la descripción que hace es tan…curiosa, a nadie le extraña que pueda ser verdad. Hay diversas teorías, desde las que afirman que todo ocurrió tal y como lo cuenta, a las que dicen que le ocurrió a un amigo, o que sólo fue verdad en parte. En verdad, eso es lo menos importante, estoy seguro de que a lo largo de su vida ha vivido situaciones tan rocambolescas como ésta o incluso más. Lo que me gusta en especial de esta canción es que todo el mundo tiene su propia “pacto entre caballeros” dentro de su anecdotario particular. Lo que popularmente se conoce como algo que contar a los nietos, aunque sea mejor contarlo cuando los nietos sean mayores de edad.
“No pasaba de los veinte
el mayor de los tres chicos
que vinieron a atracarme el mes pasado.
“Subvenciónanos un pico
y no te hagas el valiente
que me pongo muy nervioso si me enfado.”
A decir verdad, la historia no comienza muy bien; pero como se dice habitualmente los gitanos no quieren buenos comienzos. El atraco, o al menos el intento de atraco, es algo bastante común en estos lares. Muchas veces lo que buscan es el miedo, y cuando lo han encontrado lo demás viene rodado. Una forma de evitarlo es echarle un poco de cara al asunto, pero también se corre el riesgo de irte a casa con ella partida y sin un duro. Lo importante, es que aquí ya tenemos en pantalla a los tres co-protagonistas de esta historia.
“Me pillaron diez quinientas
y un peluco marca Omega
con un pincho de cocina en la garganta,
pero el bizco se dio cuenta
y me dijo -”oye, colega,
te pareces al Sabina ese que canta.”
Continúan pintando bastos en esta aventura, si esto es verídico, colocarle un pincho a Sabina en la garganta podría haber sido el peor crimen contra la humanidad musical y cultural. Sobre todo, por aquel entonces, que la tenía mucho más cuidada que ahora. Sin embargo, ya empezamos a ver luz en el asunto; y digo ver, porque manda narices que sea el bizco el que reconozca a Joaquín. Aquí ya tenemos el tinte de surrealismo que nunca puede faltar en una noche de juerga.
“Era un noche cualquiera,
puede ser que fuera trece,
¿qué más da? pudiera ser que fuera martes.
Sólo se que algunas veces
cuando menos te lo esperas
el diablo va y se pone de tu parte.”
Cuantas noches se han empezado con desgana, o con la sensación de que podrían ser totalmente prescindibles; y a la postre se han convertido en situaciones memorables que nunca más se podrán repetir. Cuando entras a un bar, el grado de incertidumbre sobre lo que allí te puede esperar tiende a infinito. Por lo tanto, cada noche es una aventura nueva, que nunca sabes si entrará en tu top 10 particular o en el cajón del olvido. La infinidad de historias que Sabina nos ha contado y cantado son gracias a este “principio de incertidumbre”, que diría Heisenberg,  tan particular.
“Nos pusimos como motos,
con la birra y los canutos
se cortaron de meterse algo más fuerte;
nos hicimos unas fotos
de cabina en tres minutos…,
parecemos la cuadrilla de la muerte.”
Aunque también hay algunos llaneros solitarios, lo más normal es que se vaya en grupos cuyo tamaño puede cambiar a lo largo de la noche (según les vaya sonriendo la diosa fortuna a cada uno). Inmortalizar esos momentos también es una buena idea, a unos les sirve para recordar lo que pasó y a otros para poder echarse unas risas a costa (actualmente las redes sociales son un filón para esto último).
“Protegidos por la luna
cogieron prestado un coche,
me dejaron en mi kelly y se borraron
por las venas de la noche
-”enróllate y haznos una
copla guapa de la tuyas”- me gritaron.”
Aunque en el final de esta historia todavía la luna está presente, no es nada raro que cuando las farras terminan el Sol ya haya entrado sin llamar. Este momento ya lo describió Sabina de manera magistral en su canción Caballo de cartón definiéndolo como “ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador”. Dos personas con sus ritmos de vida totalmente opuestas pueden coincidir perfectamente a estas horas. Lo más normal en estos casos es encontrarse con un cruce de miradas, la reprobadora del madrugador ante la perdida del borracho.
“Me devolvieron intacto,
con un guiño mi dinero,
la cadena, la cartera y el reloj;
yo, que siempre cumplo un pacto
cuando es entre caballeros,
les tenía que escribir esta canción.”
Todo lo mal que había comenzado esta historia contrasta sobremanera con su final feliz, aunque eso sí, firmando un pacto que a la postre dio lugar a esta canción. Supongo que la mejor manera de saldar las deudas es ofreciendo algo que solamente tu sepas o puedas hacer. En este caso, Sabina les hizo (y nos hizo a todos sus seguidores) el mejor regalo posible, una canción que se convertiría en un clásico de todos sus conciertos; incluso ahora, que ya ha dado un paso al lado en estas lides. Esta quizá sea una de las canciones más rockeras que tiene Sabina, y por eso mismo es una de las más esperadas en sus conciertos, ya que consigue que la gente alcance un estado de euforia absoluta, sobre todo al término de la misma cuando todo el mundo corea lo de “mucha, mucha policía”. 
“Hoy venía en el diario
el careto del más alto,
no lo había vuelto a ver desde aquel día;
escapaba del asalto
al chalé de un millonario
y en la puerta le esperó la policía.
Mucha, mucha policía…”

04 agosto 2010

Sabina y CIA VIII

Aunque hoy en día veamos a Joaquín Sabina en plena forma, concierto tras concierto, sin cancelar ninguno y entregándose al máximo en cada uno de ellos; lo cierto es que poco a poco se va acercando a una edad más propia de la jubilación que de romper los escenarios. Eso es, precisamente lo que le está ocurriendo a un gran amigo suyo, Miguel Ríos, que tras muchos años de Rock and Ríos ha decidido retirarse del mundo de la canción. Eso sí, el granadino tiene un lustro más que el jiennense todo hay que decirlo. 

La complicidad entre ellos viene de largo, por lo que no me ha resultado difícil encontrar colaboraciones conjuntas de los dos. De hecho, en el blog ya colgué hace tiempo la fabulosa colaboración de Miguel con Joaquín cantando "Aves de paso". El rockero por excelencia de este país, con permiso de Rosendo, se va con un gran recopilatorio en la que muchos artistas versionan sus temas más exitosos. Sabina también tiene su hueco en ese disco, interpretando la canción "Raquel es un burdel". 

Miguel ha dejado grandes temas para la música de este país. Con su "Bienvenidos" ya ponía a la gente de pie desde el principio de sus conciertos dejando claro que ahí iban a disfrutar como enanos. También se atrevió con un clásico, y esta vez por partida doble ya que se trata del Himno de la Alegría de Beethoven, haciendo de él todo un himno para que la gente pudiera cantar y abrazarse como hermanos. En Santa Lucía hacía una declaración de amor en toda regla, y una petición de amor de las clásicas, con un paseo en el parque. Pero no sólo eso, si no que también se ha prestado en muchas ocasiones ha ponerle voz a canciones de otros artistas amigos: el propio Sabina, Ana Belén, Víctor Manuel, Serrat, Leño, Los Secretos... . En fín, que la voz tan característica de Miguel nos ha acompañado durante mucho tiempo, y ahora que nos dice adiós se merece una gran despedida y que todos le digamos "Gracias por haber estado aquí, hijo del rock and roll". 

Aquí os dejo con la interpretación de Joaquín y Miguel, cuando eran más jóvenes. Aunque ya lo sabéis, los viejos rockeros nunca mueren...